
El viento lo canta: Tu pausada indiferencia es causa, ahora protagonizas, no consientas celar la farándula o te despertarás magullado y tu barda hecha trizas. Yo soy hija de tintorero pero tú herrero con labores de bordado y alma de armero. Si me retas en desafío apúrate en declarar la autoría pues a diez como tú espero con aguja y escalpelo. Aprende a contenerte, y pretende lo que siento: lo que deseas es mucho más que el tacto de mi cuerpo. Vaya! pensaba que te lo había dicho, una, dos, tres i ja hi som again! Si lo que quieres son alas, de cera las construiré para ti, pobre ícaro insensato caerás tan pronto que el dolor no se te clavará sino en las ciernes. Mira hijo del Egeo, o te calzas las sandalias o jamás inventarás la ira que necesitas para combatirme por creerte con manos divinas y aún así temerme más que a la muerte. No me invites porque sabes que mi habilidad es la de menguar tu tamaño, reducirte a la nada y elevarte a Maratón, y si de griegos se un rato, niega ahora que Atenas es tu salvación. Recuerda que cuando divisen las galeras tu misión es cambiar las velas negras porque en otras versiones lo nuestro siempre será no menos que accidental; es como, no se, eso que susurran los niños justo antes de soñar. Si al verme, sin embargo, su tinte es aún carbón muerta me creerás por ser esa la usanza que padeces en tu tierno mundo de algodón. Me has desterrado al brocal por saberte ahí seguro pero lo que todavía ignoras es que anhelo tus amarras y valiéndome de lanceta pecaré solamente por volver a creer en el ver, sentir y ser. Me quieres pero no me puedes. Me ves como anuncio clasificado pero no te confundas, lo que te ofrezco son mentiras y victorias porque conjugar en femenino siempre te ha costado caro. Tú debilidad se resbala entre mis manos y es lo único con lo que aún no he podido; tú concédeme un día y daré con mis huesos muy cerca, dónde puedas verme para que divagues en soñarme como vagabundo en el apartado ocho cero treinta y ocho de la avenida Barcelona (tu santa guerra sin librar). Preséntate allí puntual forja en mano y no descuides el dedal porque tejeré para ti un bordado y por Aracne! que de las cadenas ya jamás escaparás.
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