martes, 8 de julio de 2008

La historia del espejo


La noche ha pasado y también la mañana. Te despiertas. No quieres levantarte de la cama pero una amiga te llama y no cesa hasta que aceptas quedar dos horas más tarde. Te lavas la cara y te observas: aún llevas la camiseta de ayer, tus pómulos tienen marcas revueltas de rímmel, cada vez te ves un poco más delgada; no ves nada fuera de lo que para tí es habitual desde hace dos semanas. Enciendes un cigarrillo, te sientas en el suelo a pensar... No, por favor, ¡no me robes también la tarde!

Así que esa fuerza que no tienes sino esa fuerza que eres te hace dar un salto y caes justo de pie enfrente del espejo. Ahora no te ves menguada, ves a esa otra chica, a ti misma, pero no eres tú, es alguien que te aterra, que te roba las horas una tras otra, que hace las noches de pensamiento y de imaginación.

Mientras todos duermen tu estás echada en un rojo sofá de piel. Tu mente no está en esa sala, te transporta a una pequeña iglesia romana. Llevas una bata blanca y tienes millones de papeles por el suelo. Te han mandado restaurar La muerte de la Virgen pero sólo observas, no puedes hacer porque tanta grandeza sólo te permite mirar. El cigarrillo se te consume, te quemas un poco las yemas y entonces vuelves a ese sofá. Ahora ya no piensas sólo sufres, y la naturaleza de ese dolor es bien diversa.

El corazón gime porque te asusta decidir. Sabes que cuando actúes vas a dañar a las personas que te quieren. Ellas han ideado una vida fácil para ti y romper con ella va a herirlas. El corazón, que ha crecido mucho desde que empezaste a llorar, guarda dolor también para el amor, pero aquí no tienes opción, sólo miras desde arriba callada y resignada.

Y Octubre será la respuesta. Esperas que más o menos dentro tres meses tu profesor de historia te proponga fugarte con él a Roma. Por favor que sea así, por favor, por favor, por favor, porque pensar acabará conmigo. ¿Cuánto puede el cuerpo soportar? ¿Hasta cuándo duele el amor? Tres meses por favor, que sean tres meses. Después una nueva vida sin amor y el olvido, por favor.

1 comentario:

Nachete dijo...

Os podéis dedicar a dar conferencias sobre la II República y la Guerra Civil. A lo mejor hasta os hacéis famosos, quién sabe.