
A veces, cuando al dormir, Dios y yo charlamos sobre sus planes, Él se rinde y me habla de resultas de los porqués. Algunas noches jugamos a la Caza del Tesoro y cuando amanece encuentro pequeñas pistas tras los armarios. Suerte que lo ignora. Un día olvidó esconder imágenes del pasado. Supongo que en esa época me tocaban las dosis de dolor. Sí, estoy convencida porque siempre me dice que diseñó para mí una vida dual. Por saberla difícil, se defiende arguyendo que a cambio me dio fuerza y me quitó un poco de fortuna y suerte en el azar. Dice que se entretuvo mucho conmigo cuando me enamoré de la pintura de aquél Narciso y meses después supe que era un Caravaggio. El libre albedrío, que es muy divertido, comenta. Yo le pregunto si se enfada porque le conteste sólo siempre que me encuentro en problemas. No, me responde. Pero cada vez que te enamoras creas aquí arriba un desorden tan caótico que nos fuerzas a horas extras de ayuno intemporal... (Ya se sabe, Dios que es muy solemne él y habla así). Entonces me disgusto y para consolarme sentencia: ¿Sabes? Descubriste el arte el día que leíste, ya no recuerdo dónde, que los hombres construían Catedrales para intentarme alcanzar. Tu siguiente viaje será a la ciudad de la Cruz de Ocho puntas.

1 comentario:
Déjate las drogas.
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