viernes, 23 de mayo de 2008

Noción Histórica del día



Artemisia, reina y esposa de Mausolo, soberano de Halicarnasso, en la antigua península turca de Anatolia, era hirientemente arrogante. Por mandato suyo se erigió la última gran construcción de época clásica en el siglo V a. C., de la que, por cierto, ya no se conservan ni los cimientos, por la fugacidad de la gloria que nace y muere siempre en un suspiro.

Se trataba de un edicio glorificador de su esplendor que fue construído con la finalidad de albergar los cuerpos de los esposos una vez fallecidos. Era especialmente particular por tener una techumbre piramidal para nada en consonancia con el estilo arquitectónico griego de la época. Tres escalinatas soportaban el peso de un podium sobre el cual se levantaba un edificio cerrado y rodeado por columnas, entre las cuales había estatuas familiares. También se presupone la existencia de un espacio con esculturas de Artemisia y Mausolo. Lo que nadie ha logrado averiguar jamás es la ubicación de la cámara funeraria.

Mis felicitaciones a la ambición de la reina que dió significado con su vanidad a los grandes monumentos funerarios que hoy en día reciben el nombre de Mausoleos (en honor del monarca) por hacer trascender su obra por los siglos de los siglos.

Amén ante el poder de las mujeres.


Mensaje subliminal para mi conductor de almas:
¡Premio para el caballero! Nuestras más sinceras congratulaciones por ser opuesto a la señorita porque es lo que ella está buscando en este preciso momento. Mi mecanismo natural sólo responde por el principio primero socrático.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los mausoleos son mausoleos, y no artemisios.

=)