jueves, 17 de julio de 2008

Suplico de rodillas a mi Dios que alguien me diga cuándo muere un corazón, cuándo el alma deja de respirar. ¿De dónde voy a sacar el aliento? Dímelo, te lo ruego. Si no puedes darme las noches para soñar al menos dame albas de respuesta, porque me muero de recuerdo. Una verdad no destruye, lo que mata es la vida. Delante de mí, un pelotón de fusilamiento y sólo hay una persona en el mundo, la misma, la única que está a punto de dispararme. Mis demonios no me dejan avanzar, trato de erguirme pero en la tercera mañana siempre vuelven; retornan a linchar mi frágil escudo de ambición. No voy a tener fuerzas, por lo menos no hasta el final, no así, no aquí, no viviendo de noches, horas de primavera y días de abril.

1 comentario:

Nachete dijo...

Me quito el sombrero ante tu prosa. ¡Qué figuras! "La vida mata", "pelotón de fusilamiento", "escudo de ambición"...amazing.