Una joven yace en el suelo. No es lo que todos piensan, sólo está durmiendo con los ojos muy abiertos, atentos. Sueña despierta con un mañana diferente. Está buscando en las estrellas una fuerza y un sendero de cielo que la lleve despacito a una dimensión vacía de pensamientos. Se ciñe al frío tacto de una losa para dar su calor a una piedra de cordura y razón, pues nadie más lo quiere. Su custodio no la reconoce, porque sólo es ella en apariencia, ha contemplado de cerca la oscuridad y la ha abrazado con esperanza.
Sus ojos se están rindiendo, ya no ven en los hados más que infortunio y compasión. Todo se va haciendo más lento…como gélido, impenetrable. Su alma se está consumiendo, pronto va a perderla, se cristalizará en una criatura de la noche, impávida, inalterable. Sólo un milagro puede redimirla, un acto de fe de ese cielo que la ha abandonado.
Aguardan a penas unos segundos pero es que todo queda a seiscientas noches.
Sólo demoran tres instantes.
1 comentario:
...
tres disparos...
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