domingo, 24 de agosto de 2008

El ojo humano jamás contempló tanto a Dios


A los europeos, incluso mucho más que a los yanquis (con todos sus vocablos anglosajones para remitirse a esto y aquello y aquello otro también), nos gusta valernos de un poder sobrenatural rescrito con los caracteres de un Vocabulario ávido: la denominación.
¿Acaso los antiguos egipcios se referían al Valle de los Reyes como tal? Para ellos sólo era el lugar de la Verdad. Y tiene que venir un francés a facultarse de la expresión árabe “Uadi Biban el Moluk”, desoyendo, como gustan de hacer los francos, la voz de la Historia que recuerda a los atentos que esa recóndita y necrófila garganta rocosa resultó tributo primo de una diosa, de nombre impronunciable, que amaba el Silencio. ¡Válganse de semejante contrasentido!

Esta noche he consignado mi mente en el país que baña el Nilo por una escrupulosa razón. De las Siete maravillas del mundo, La pirámide de Keops, es la única que, anclada en un suelo de arena indiferencia, ha permanecido varada en espera. Y no es cuestión de poca importancia porque lo ha hecho en actitud pétrea, aunque taimada y marrullera, conteniendo nothing more ni mucho menos que el secreto de 40 siglos en lo más profundo de sus laberínticas oquedades. Necesito conocer al que pueda asimilar como real la existencia de dicha industria mecánica, cuando yo le descubra que viene disfrazada de pasado… como de un pasado que dista del 2900 al 2800 A.C.

Entiendo la prudencia de los agnósticos porque son sus reservas las que hacen que duerman plácidamente. Sin embargo, mi cuerpo se contrae de rabia por no poder obviar esa necesidad mía de juicio a la cual nunca soy capaz de despistar con irrisorias evasivas. Y me sulfura estar siempre planteando y cuestionando porque mi cuerpo me pide tregua, pero mi mente es incapaz de tomar descanso hasta que satisface esa humillante curiosidad. La segunda civilización más antigua desarrolló un culto a sus difuntos tan hercúleo que tres faraones consecutivos construyeron en Giza (con enigmático automatismo) el grupo más grande de monumentos en un mismo lugar de todo el mundo. Sólo por reputar una vida en el más allá…

Ya sabes, llámale Cristo, Buda, Jhavé, Brahma o Alá, como quieras, pero creo que esto ha dejado de ser solamente pura sensación mística.

1 comentario:

Nachete dijo...

Brahma le tiene una envidia a Buda que lo flipas. Me lo han dicho.