lunes, 1 de septiembre de 2008

El rostro de la incertidumbre


¿Podemos conocer la verdad? ¿Existe algún enunciado irrefutable del que podamos tener una certeza absoluta?


Me temo que los parámetros en los que se mueven mis acciones son, con poco, de lo más cuestionables. Y aún así, la sensación de sentir que es posible declinar la oferta de creer que mente y materia son siempre uno en sus percepciones, indivisibles, me invade como si hubiera nacido conmigo, como si fuera una parte inherente de mi, algo de lo que no puedo rehusar.
Renuncio a pensar que después de mi muerte no hallaré confirmación, certeza…verdad, sobre la abstracción a la que, ahora, sólo mi mente es capaz de dar forma.

Las palabras no siempre formulan la verdad. Y no lo hacen por la transmisión de una mentira, sino porque, quizá, la verdad en sí misma no existe. Puede, pues, que la muerte se lleve consigo mi cuerpo, más aún, mi alma; pero mis creencias y mis ideas prevalecerán por siempre, mucho tiempo después de que yo deje de existir y todo sin que jamás queden plasmadas por escrito en un papel o en una acción. Sobrevivirán a los tiempos por el recuerdo de los que vendrán.
Por ello lo único que deseo en esta vida es lograr ejercer sobre alguien (sólo necesito a una persona), la influencia necesaria para que cierto día, en cierto lugar produzca en sí misma la reminiscencia de algo que dije o pensé cierto día, en cierto lugar.

2 comentarios:

Óscar Varona dijo...

y no morir del todo. Imposible

Anónimo dijo...

Hay en ti una aspiración tan grande que sólo en Él la puedes encontrar: “Renuncio a pensar que después de mi muerte no hallaré confirmación, certeza…verdad, sobre la abstracción a la que, ahora, sólo mi mente es capaz de dar forma.” Hay en ti otra aspiración más pequeña, o eso parece, y en ella no hay más metafísica que la propia de tu linaje de hija del renacimiento, ni más confirmación que la de tu trascendencia por obra de los demás: “mis creencias y mis ideas prevalecerán por siempre, mucho tiempo después de que yo deje de existir y todo sin que jamás queden plasmadas por escrito en un papel o en una acción. Sobrevivirán a los tiempos por el recuerdo de los que vendrán.” Cabe decir que estoy más cerca de la segunda aspiración, que es humana, que de la primera, que quiere ser divina. Nada raro hay en ello: creo más en lo que veo, y en su belleza, que en aquello que otros han querido imaginar por mi. Aunque en las dos aspiraciones no se contienen sino dos piruetas para intentar llenar el vacío insoportable de una verdad: eres y no serás. Porque yo sí creo que soy mente y materia a la vez, indisolublemente, como creo que la muerte es vida, una función que permite la vida, no la mía, sino la de todos, y me alegro tanto con ello que también encuentro belleza en ese proceso que no es sino el feuer bach (el río de fuego) humano. Bueno, me dejo de trascendencias, ci vediamo bella ;)