domingo, 30 de noviembre de 2008

Diario del viajero (La cobardía de Polifemo)


Tras la discusión y la posterior reconciliación las cosas entre Danielle y yo se hicieron... complicadas.

Marcos, el exnovio, irrumpió de nuevo en escena provocando unos destrozos que yo, por mi parte, convertí en irreversibles. En aquellos momentos, justo como haría hoy, hubiera dado mi vida por ella y, sin embargo, me comporté como un egoista malnacido. Esa "indiferencia" de la que Angélica gusta en acusarme hizo que se la entregara al gilipollas en bandeja de plata.

Ni siquiera cuando Danielle me contó que se habían acostado pude hacer nada por reprochárselo. En cambio, adopté un irracional sentido de la venganza que me llevó a emborrachar a Angélica. Lo que sucedió después, aún siendo grotesco y caricaturesco, fue tan cínico y maquiavélico que nunca más he logrado perdonarme por ello.

Al llegar Danielle a casa aquella noche, Angélica, sobre mi cama, gritaba de placer mientras yo la tomaba por detrás. Afortunadamente, no llegué a verla, pues de haberlo hecho su rostro probablemente habría sido castigo suficiente como para condenarme de por vida al recordarlo. Lo único que oí fue el estruendoso portazo de la puerta principal.



Supongo que de tanto amarla, la perdí. Nunca más, aún y sabiendo que jamás volvería a amar a ninguna otra mujer como a Danielle he osado tan siquiera hacer nada por recuperarla. Tal vez, por esa misma cobardía que me llevó a actuar con pasividad cuando debí haberle hecho sentir cuanto la amaba y todo lo que habría estado dispuesto a hacer por mantenerla a mi lado.

Nunca más... Luca el cobarde y Danielle, un todo de fuerza y valentía.



Han pasado ya 8 años desde que me abandonó, pero hace un par de días recibí una carta remitida desde Florencia.

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