lunes, 3 de enero de 2011

De ojos miel intensos nada genialmente osado. Y lee que tú me entiendes


A veces recurro a confundir imágenes subconscientes con la realidad. Una de ellas, virtualmente verosímil databa prórroga de 6 meses.
Barcelona es para mi un campo vectorial porque la vivo como una fuerza dirigida. Sin embargo, vivirla, solamente en un escenario temporal me da la carencia de cualquier otra coordenada circumstancial.
Tratándose del tiempo, al menos no de uno físico, sino uno inteligiblemente pensado, una interrupción supone en mí el caos cuando se trata de un tiempo acotado. Una franja con origen en un beso y un final determinado.
Es desorden retórico y amor deslocalizado, llevado de un punto XY Español improbable a otro X'Y' Alemán seguro, especialmente involuntario y coercitivo.
Dados espacio, tiempo y condiciones falta el hecho. Lo surrealista del vivir me va alejando cada vez más de una materialización posible. Para todas las demás variables MasterCard, o lo que es lo mismo, un hombre que hace a todas depender de él y es a la vez causa primera del no-suceso.
Si quisiera explicarme debería hacerlo así, empleando metáforas que sólo él va a entender. Cuando me pide, que no diga "amor", y de una forma muda y modal tiende periódicamente a hacerlo, un rayo parte en dos el antebrazo de su cobardía. Entendiendo que nos conocimos hace ya algunos años, a estas alturas sus yemas podrían encender una caldera o dar luz a varias manzanas.
La parte de él que me presiona hacia las matemáticas no comprende que las fórmulas me atraen por su estabilidad (al menos aparente) pero conociéndome ya debería saber que lo que me gusta de la física no es que algún día pueda contestar de puntillas a todos los misterios del universo, sino que cuenta ya con todas las respuestas y el reto para el científico es descubrirlas. Y lo que me gusta del físico que las estudia es que pueda amarlas aún antes de conocerlas porque es amor a un nivel que lo lleva a obsesionarse con todo lo que de ellas deriva.
Y esta tortura, este sacrificio y esta espera que me gustan, no son hombre de física (parcialmente no) porque no comparte con Galileo el objeto de su interés pero sí el modo de interesarle las cosas y eso es, ni más ni menos, lo que a mi de él me gusta.
No me obligues a la estadística porque en la Historia no hay nadie que cuente de princesas sin valor casadas con la redundancia
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