viernes, 18 de febrero de 2011

Barroco. 1999

Tengo la mente llena de especulaciones y poco más que una pared oscura de realidades. No tengo nada para ti, nada de lo que tú quieres. Sólo tengo un montón de nada interante y especulativo que contagiarte. Cuando por fin te vea vas a escupirme un montón de ¿por qué ahora? “Lo siento, yo...” Y ya estamos otra vez, no puedo con ello. Necesito más segundos de los que voy a tener, no contigo, en mi vida, para ganarme los tuyos. Toda esta mierda profiláctica no sirve de nada porque cuando no pasa, no pasa. Iré, te vomitaré mis sentimientos, más o menos como en un examen. Después escupiré lágrimas hasta que mis bien jodidos pulmones empiecen a ahogarme. Pararé y empezaré otra vez. Si crees que me odias, aún no sabes de lo que vas a ser capaz. Despídeme y ponme algunas tildes. Ya te preocuparás por ello más tarde queriéndome. Debería decir, no eres de esa clase. Mucho me temo, sin embargo, voy a transformarte en uno de esos. Te aborrecerás por castigarme pensando que ese no es tu estilo. No lo es. De hecho habré jugado tanto con tus pelotas que saldrá solo y espontáneo. Cuando [llegado el momento] sientas que me quieres y renuncies al cielo para hacer lo propio, vas a cagarte de miedo. Pensarás que no es justo, que te he manipulado, que he cogido tus inseguridades y las he convertido en sentimientos. Fracasarás pensando que yo ya me he cansado, palparás lo que se siente cuando el caos te la juega percibiendo tú que va a aburrirse. En ese instante me odiarás... por otro lado, estarás competamente jodido y enamorado.

No hay comentarios: