
Al ángel insumiso.
Me he despertado para hablar de algo. Tu verdad, que implica nuestra no existencia más allá de la muerte ¿es en realidad una verdad?
Un viejo conocido nuestro, L. Wittgenstein, decía que tenemos que remitirnos al error y buscar su fuente para hallar, entonces, la verdad. Ante todo, como sabes que me gusto de hacer, debemos bracear en la duda. Adoro la forma en que reduces tu inclinación a algo que es plausible para otros hombres y mujeres que piensan/creen en aquello que tu mismo piensas/crees. Sin embargo, para mí, el primer estado es siempre la indecisión.
Dios no es una única proposición. Pertenece a un sistema de proposiciones más extenso, la complejidad de cual, tal vez, sólo pueda explicarse por el uso para el cual se destinó. En este punto estamos de acuerdo. Consideremos ese uso como un motivo para evitar a los hombres el miedo a la muerte o para contentar su necesidad de fe en algo superior que les otorgue la posibilidad de afrontar dicho miedo (temor a la expiración de su existencia). Una vez considerado, es ciertamente posible creer que el origen de dicha proposición fuera ese; yo lo creo. No obstante, y una vez ya lanzado el enunciado (no me refiero a los orígenes del cristianismo sino que me remonto a asirios, sumerios y babilónicos, por contar ya, todos ellos, con un extenso panteón de Dioses), aún tengo otra pregunta.
Si establecemos la no-existencia de Dios como una proposición a demostrar, y aún encontrando pruebas suficientes de su veracidad ¿alguien es capaz de afirmar, que en esa misma justificación ha incluido todos los parámetros y variables existentes? En consecuencia, lo que creo es que, indistintamente, resulta imposible argumentar ambas verdades (la existencia o la no existencia de Dios) y ante esta situación cada cual es libre de elegir una, otra, o renunciar a plantear a) y b).
Al tomar la no existencia de Dios como un axioma, entendiendo por axioma una proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración, sirves en bandeja de plata nuestras desavenencias al respecto de dicho pensamiento: para mí, la existencia de Dios forma parte de un Sistema mayor de Proposiciones; y éste se constituye a partir de muchos principios fundamentales, a priori indemostrables, que conforman la teoría. Mi incapacidad para demostrar dichos principios no anula mi fe.
La fuente del pensamiento humano es tan rica en diversidad en todos y cada uno de los individuos que, me resulta bonito convivir con esa variedad. Así, podemos reír, viajar y vivir en consonancia, porque pensar diferente es lo que, entre muchas otras cosas, fomenta la atracción entre unos y otros. Y en ocasiones ¡qué atracción!
Me he despertado para hablar de algo. Tu verdad, que implica nuestra no existencia más allá de la muerte ¿es en realidad una verdad?
Un viejo conocido nuestro, L. Wittgenstein, decía que tenemos que remitirnos al error y buscar su fuente para hallar, entonces, la verdad. Ante todo, como sabes que me gusto de hacer, debemos bracear en la duda. Adoro la forma en que reduces tu inclinación a algo que es plausible para otros hombres y mujeres que piensan/creen en aquello que tu mismo piensas/crees. Sin embargo, para mí, el primer estado es siempre la indecisión.
Dios no es una única proposición. Pertenece a un sistema de proposiciones más extenso, la complejidad de cual, tal vez, sólo pueda explicarse por el uso para el cual se destinó. En este punto estamos de acuerdo. Consideremos ese uso como un motivo para evitar a los hombres el miedo a la muerte o para contentar su necesidad de fe en algo superior que les otorgue la posibilidad de afrontar dicho miedo (temor a la expiración de su existencia). Una vez considerado, es ciertamente posible creer que el origen de dicha proposición fuera ese; yo lo creo. No obstante, y una vez ya lanzado el enunciado (no me refiero a los orígenes del cristianismo sino que me remonto a asirios, sumerios y babilónicos, por contar ya, todos ellos, con un extenso panteón de Dioses), aún tengo otra pregunta.
Si establecemos la no-existencia de Dios como una proposición a demostrar, y aún encontrando pruebas suficientes de su veracidad ¿alguien es capaz de afirmar, que en esa misma justificación ha incluido todos los parámetros y variables existentes? En consecuencia, lo que creo es que, indistintamente, resulta imposible argumentar ambas verdades (la existencia o la no existencia de Dios) y ante esta situación cada cual es libre de elegir una, otra, o renunciar a plantear a) y b).
Al tomar la no existencia de Dios como un axioma, entendiendo por axioma una proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración, sirves en bandeja de plata nuestras desavenencias al respecto de dicho pensamiento: para mí, la existencia de Dios forma parte de un Sistema mayor de Proposiciones; y éste se constituye a partir de muchos principios fundamentales, a priori indemostrables, que conforman la teoría. Mi incapacidad para demostrar dichos principios no anula mi fe.
La fuente del pensamiento humano es tan rica en diversidad en todos y cada uno de los individuos que, me resulta bonito convivir con esa variedad. Así, podemos reír, viajar y vivir en consonancia, porque pensar diferente es lo que, entre muchas otras cosas, fomenta la atracción entre unos y otros. Y en ocasiones ¡qué atracción!
1 comentario:
A) Estoy de acuerdo con tu última proposición sobre la atracción y no sabes cómo. Pero…
B) En el campo de desarrollo analítico, y en general en todos los campos de la demostración, no procede tener que demostrar la no existencia de una cosa. Son aquellos que la afirman los que tiene que demostrar que de su afirmación se puede desarrollar una explicación congruente de interpretación de realidades empíricas. Pondré dos ejemplos.
C) Si yo digo que existe un pato verde con tres alas que nada entre la Luna y el Sol, pero que al estar hecho de antimateria no es observable... No procede decir que existe, o puede existir, ya que nadie puede demostrar lo contrario. Soy yo, él que afirma, el que tiene que demostrar que existe, no el otro, el que niega, que tiene que demostrar que no existe. Es decir todo proposición que pretende hablar de lo existente tiene que poder ser verificada o falsada (según los gustos) en el mismo acto de su afirmación como realidad.
D) Bajando del cielo a la tierra. Si yo digo Juan ha matado a Maria, tengo que aportar pruebas de que eso es así, él no tiene que aportar ninguna de que no lo ha hecho, sólo desbaratar las mías. La presunción de inocencia, no puede convertirse nunca en presunción de culpabilidad. Lo contrario sólo se vive en un tribunal de la Santa Inquisición (y no por nada), en algunas dictaduras y en el Proceso de Kafka.
E) Es por eso que los defensores de Díos, como tu bien apuntas, no se mueven en el campo de la demostración (aunque a veces lo intentan en el intento de convencer de que no están hablando sólo de cosas esotéricas), sino en el campo de la fe, que se rige por las reglas que ellos mismos designan, que no son ni cuestionables, ni razonables.
F) Pero en todo caso yo no me refería en el comentario a si Dios existe o no, ya que no creo en un debate donde las reglas sólo las fija una parte, es más no se puede debatir sobre la fe. Me refería a esa necesidad del yo individual de intentar trascender a su propia desaparición. En ese debate, ya sea por Díos, o bien porque trascenderemos en los otros que nos recordaran, o bien en aquello que moví (una emoción, un gesto, una idea, una caricia, un hijo) que seguirá en movimiento cuando yo no esté, para mi (aunque este más cerca de la segunda forma de trascendencia que en la primera) sencillamente creo que el error sigue en el yo individual.
G) Para mi la muerte tiene sentido y la tiene para la vida. Sin ella, la vida no podría renovarse, ni adaptarse, ni cambiar, no en nuestra pequeña escala de yo individuales (en esa escala todo parece una sinsentido), sino en la de la especie y, más allá, en la de todo ser viviente. Y entonces la muerte ya no es un vacío, sólo es un nuevo principio de la materia viva. Y nosotros somos eso: materia viva (no el yo y la materia). Para algunos es poco, para mi es inmenso y conmovedor.
Dicho todo esto, sigo en la proposición A ;)
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