Si ya no quieres mis manos
acariciando tus penas, tus dilemas
no busques en los llantos
el perdón que te consuela.
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No verás derramar los mios
ni harás de mi sangre lo que amas
misma sangre de tu hijo
yace allí donde las olas se desgarran.
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Viento, ve y sóplale unos versos
a esa pétrea lápida de mármol.
Ahora sabes lo que quiero,
¡ay amor! Ahora tú quieres mis manos.
L'adieu.
2 comentarios:
Estoy viendo con mis propios ojos tu primer poema???
Interesante, bonito poema
Siempre suyo
Un completo gilipollas
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