martes, 22 de junio de 2010

A mi hermano

Ay hermano, ¿qué me está pasando? Me encuentro de nuevo andando sobre el camino de baldosas amarillas. Sé lo suficiente como para asegurar que nadie salvo tú ha vivido una experiencia en lo relativo al amor tan próxima a la mía/ mías. Ya no hablo de nuestro viejo conocido, sino de otro del cual darás cuenta enseguida.

Me consta que tiempo atrás ella se te aparecía de vez en cuando como un fantasma. La soñabas de noche, la escribías de día y repentinamente la sufrías como un espectro, en apariencia, nuevo y transformado.

Ay hermano, tú que has sido siempre una fuente de consejos, cásate conmigo en razón y por lo menos en consuelo que, al leer tus antiguas poesías me reconozco en ti como el que se adolece. No sé qué hacer. Suficiente me han distraído ya el cine y la fotografía. Ahora vuelvo por mis fueros al arte, la política y la historia sin conseguir saber qué decir a la palabra de 4 letras que me consume.

¿Qué aconsejarían tus versos a esto? Si ya no le quiero, entonces ¿cuales son las letras que se me resisten?